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Como pueblo, estamos llenos de contradicciones. Pareciera que no hay forma de que podamos ponernos de acuerdo. El boicot al plebiscito del 11 de junio ha sacado a relucir las muchas contradicciones en las que caemos cada vez que de alguna decisión de importancia se trata.

Recientemente, viendo el noticiero, no salía del asombro al escuchar de todo un junte independentista y libre-asociacionista las razones que esbozaban para boicotear el plebiscito. Hay que verlo para creerlo, cualquier persona con alguna capacidad de comprensión, y alguna experiencia de vida, queda sorprendido con la poca profundidad intelectual que demuestran las mentes brillantes que dirigen estos movimientos a la hora de solicitarle al pueblo que se una al boicot. Me refiero a personas muy reconocidas en el ámbito político, muchos de ellos abogados, otros escritores y profesores universitarios pero todos con un mismo fin.

No vocalizan (y parece que tampoco piensan) ninguna razón válida para pedirle al pueblo que no ejerza un derecho que todo el mundo sabe que es indispensable ejercer. En una democracia participativa solo cuentan los que votan. Ni a mí ni a Juan del Pueblo le han dado ni una sola razón de peso para no ejercer su derecho al voto en el plebiscito. Le están pidiendo al pueblo que rinda su mejor arma de defensa ante los abusos de la metrópolis, como ellos le llaman. Como decía una frase utilizada en el pasado por el DACO...

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