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Me uno al reciente llamado de la lectora Rosita Sierra a la participación de familias en el mantenimiento y ornato de las escuelas públicas.

Hace unos años se remodelaron un sinnúmero de escuelas y al poco tiempo la prensa documentaba cómo la falta de mantenimiento y el abuso y mal uso de los estudiantes las había deteriorado.

En tiempos de crisis todos tenemos una obligación moral de poner nuestro granito de arena y aportar al bien común.

Es muy fácil esperar que otro, en este caso el gobierno, mantenga nuestras escuelas. Hasta que enseñemos a nuestros hijos a tratar las aulas como las iglesias del saber, viviremos sufriendo el deterioro de la educación. Solo cuesta un poco de esfuerzo organizarse y cooperar en unión a los estudiantes para mejorar el entorno donde estudian.

Además de ayudar en su autoestima, les enseñamos civismo y compromiso social. Japón cuenta con un sistema escolar de primera y los...

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