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El derribo de una estatua del general Lee luego de los sangrientos incidentes de Charlottesville, Virginia, ha provocado expresiones de aprobación y de condena en los Estados Unidos y en todo el mundo. Pero no es la primera vez que se remueve o se destruye la escultura de un personaje o evento histórico del pasado. Desde tiempos inmemoriales se echan abajo las estatuas que representan los antiguos líderes para ser sustituidas por las figuras de los nuevos gobernantes.

En las antiguas civilizaciones de Egipto y México los nuevos monarcas sustituían por los suyos los rostros y emblemas distintivos en las estatuas de los viejos reyes. Los romanos incluso se llevaban las efigies de los héroes y dioses de los pueblos conquistados para adornar la ciudad imperial y sus jardines.

En Alemania, luego de la guerra, la mayoría de las esculturas y monumentos que exaltaban y glorificaban a Hitler fueron destruidos y sustituidos por conjuntos alegóricos a la lucha contra el fascismo. En tiempos más recientes el derrumbe del llamado imperio soviético provocó la destrucción de cientos de estatuas colosales de Stalin, Lenin y otros líderes que, hasta apenas unos años antes, se consideraban héroes del sistema comunista mundial.

Pero más cerca de nuestra geografía, en los pasados años en países latinoamericanos varios...

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