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Los gestos de generosidad, empatía y misericordia en las relaciones entre ciudadanos luego del paso del huracán han sido la orden del día.

En las filas para obtener gasolina una persona le vela y mueve el candungo a otro. En la intersección, la conductora le deja botellas de agua o una merienda a los agentes que manejan el tránsito. El vecino con planta eléctrica le pasa el cable de electricidad al otro para mantener fresca la nevera. Los parientes sin servicio de agua hacen procesión para buscar agua y, de una vez, darse un bañito.

Son las oportunidades que la vida nos regala para mostrar nuestro lado más positivo y caritativo. La vida también nos devela ese lado no tan positivo. Y es que parecemos ser una mezcla de luces y sombras.

La vecina del lado tiene la bendición de poseer una magnífica planta eléctrica, de esas que tienen la capacidad de generar energía para mantener la nevera, el congelador y los tres aires funcionando. Provisto que tenga una provisión ilimitada de gasolina o diésel, la mantendrá prendida todo el santo día y toda la santa noche, a expensas del ruido, vibración y contaminación ambiental que cause y sin importar si el vecino o la vecina más próximos están siendo torturados por el embate de tales males a sus sistemas neurológico y emocional. Además será causante de alguna que otra mortificación, como impedir el descanso o...

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