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Son las 6:00 de la mañana, comienza otro día de recuperación después del desastre que dejó el huracán María. Al despertar mi ser se estremece, me aturde recordar lo que hemos vivido. Escucho el sonido ensordecedor de la planta eléctrica del vecino, la tiene colocada justo detrás del cuarto donde duermo. Para dormir me coloco tapones en los oídos. Me pregunto si algún día será capaz de vivir sin el abanico, el agua fría y el televisor, como miles lo hacen hoy. Si podrá entender que él no habita solo en este lugar y qué existe algo llamado, "consideración".

Me consuela saber que ya no hay las filas descomunales en las estaciones de gasolina ni en los supermercados.

Cada día, es una lucha por la supervivencia aunque hay ciudadanos que caminan como "zombies" y se preguntan ¿cuándo terminará esto? Extrañan la vida en comodidad, comprar sin que limiten los artículos, especialmente si son de primera necesidad. Para algunos fue difícil coexistir con la ley seca. Otros aún no se han enterado que sobrevivimos un huracán y que hay escasez de hielo, que quedamos sin telecomunicaciones y sin agua y luz.

Continúan viviendo su mundo de apariencias, gracias a una planta eléctrica. Para ellos anunciar que cuentan con una los eleva en el nivel social. Su modo de acción nos dice, "estoy aquí e importo yo, tú quítate". El lujo y la comodidad son su razón de ser. Nada importan los modales. No se...

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