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En momentos de crisis los pueblos se disponen a luchar y a lo largo del proceso triunfan. Puerto Rico estaba en deterioro económico y social antes de que el huracán María pasara por nuestra isla. Después de María, el colapso ha sido total.

El movimiento independentista ha estado totalmente ausente de la propuesta de soluciones para conjurar esta crisis. No hemos sabido aprovechar el momento para comunicarnos con nuestro pueblo y llevarle un mensaje de esperanza.

El silencio ha sido ensordecedor. Pudimos haber utilizado este momento para educar sobre la única solución posible que tiene el país, la independencia. El gobierno de Estados Unidos ha sido indiferente al ofrecer ayuda a los puertorriqueños.

Cuando el presidente Donald Trump vino a Puerto Rico, vimos el bochornoso espectáculo de lanzarle papel toalla a un grupo de ciudadanos que reclamaban ayuda. Por otro lado, el Congreso se apresta a aprobar una reforma contributiva que le haría un daño irreparable a la economía de Puerto Rico. Con esa reforma se acabó la supuesta autonomía fiscal que tenía la isla.

A todo esto, el sector independentista ha permanecido demasiado pasivo observando estos acontecimientos.

Pudimos haber asistido a las vistas públicas...

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