Caen Las Gladiolas

Por Miguel Díaz Román

mdiaz2@elnuevodia.com

Rivera dijo que el contrato del Departamento de la Vivienda con Del Valle Group Inc. indica que la empresa tiene un año para limpiar el predio de terreno, "pero nosotros lo vamos a limpiar antes, ya para diciembre esperamos tenerlo terminado". El ingeniero indicó que el amasijo de concreto y acero retorcido en que se convirtió la estructura producirá 42,000 pies cúbicos de material reciclado que se venderá en el mercado local.

"El acero se venderá aparte y el concreto será triturado y se venderá como mogolla, que es una masa que se puede usar para hacer carreteras y otras construcciones", dijo Rivera.

El secretario de la Vivienda, Miguel Hernández Vivoni, indicó que en el predio de terreno que ocupó Las Gladiolas se construirá un nuevo desarrollo de 220 unidades de vivienda a un costo de $ 30 millones, que también tendrá espacios para establecimientos comerciales.

Las expresiones de Rivera y de Hernández Vivoni tuvieron lugar en una conferencia de prensa celebrada tras la implosión de Las Gladiolas. A las 10:09 de la mañana comenzaron las cargas explosivas a detonar y antes de que concluyeran los 60 segundos ya los cuatro edificios habían sucumbido.

Al ver caer en pedazos los edificios, una confluencia de emociones se apoderó de algunos exresidentes de Las Gladiolas, quienes aseguraron que la historia personal y familiar que forjaron en el residencial prevalecerá aunque la estructura se convierta en material reciclado. A los exresidentes se les permitió acceder a la azotea del edificio que ocupa el Registro Demográfico en Hato Rey, para que pudieran presenciar la implosión.

"¡Las Gladiolas vive! Las Gladiolas no es esa estructura, es la comunidad que allí vivió. Son estas personas que están aquí, de carne y hueso, que aún estamos aquí para regresar a vivir allí, por eso les digo que Las Gladiolas vive", dijo abrumada por la emoción Mirta Colón Pellecier, líder comunitaria del residencial Las Gladiolas, varios minutos después que los edificios se desplomaran por la magia infalible de la dinamita.

Algunos de los exresidentes no pudieron soportar la experiencia y comenzaron a gritar abrazándose entre sí, como si un familiar se les hubiese muerto.

Mientras, la nube de polvo que dejó la explosión crecía y se movía hacia los dominios de la zona bancaria de Hato Rey, arrastrada por el viento.

Junto a los exresidentes estaba Hernández Vivoni, quien les...

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