Calendario

Miguel Rodríguez Casellas

El tiempo navideño es ingobernable, y eso que todo este drama de redenciones y misterios gozosos venía de una muy pagana costumbre de pretender controlar el calendario, con un sol que se iba y regresaba triunfalmente; de ahí la luz, las escharchas y el mesías.

La obsesión-compulsión es una muy humana cuestión. Y en esta temporada que comienza hoy, el duelo entre caos y orden acecha. Se planifica una cosa en Navidad, pero siempre sale otra. Son miles los que se tuestan en el intento de controlar cada detalle. Total, si el desenlace de la Navidad es arruinarse a sí misma, aunque eso no quita que alguien intente traerle aún más miseria.

Pienso que Edwin Mundo está en esas; ya amenaza con atragantarnos un recuento a la gobernación, junto al pavo, las morcillas y el tembleque. Llegan los Reyes antes que saber el color del partido neoliberal que nos gobernará en enero, según Mundo.

Siempre uno puede escapar al Internet, y dejar que aquí se destruyan entre ellos. Sólo que esta vez las redes mediáticas cierran el año con una tragedia aguafiestas...

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