Calzoncillos

Sofía Irene Cardona

Se alimenta en cualquier rincón de lo que alcanza: políticos que saquean el erario público, legisladores que consumen cocaína, maestros que chapuzan una clase, ministras despiadadas con el prójimo, padres abusadores con sus hijos, oficinistas que se hacen de la vista larga ante el error siempre repetido. Es largo y variado el catálogo de adeptos.

La Moral vive agradecida de esa multitud de perezosos ciudadanos y de plenipotenciarios mandamases que dicen una cosa y hacen otra, en perpetua contradicción. De más está decir que esta señora Moral se siente dueña del territorio.

Hoy la vi en una patrulla, paseando muy oronda por las calles de Baldrich. Manejaba un policía muy ocupado en conversar por su celular. Como no había mucho tránsito en la Eleanor Roosevelt, decidió pasar el semáforo en rojo. Seguramente iría a hacer algo muy importante porque la Moral, en su extraña vestimenta, iba de pasajera, muy tranquila.

Suele ir así de campechana por el mundo, muy bien...

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