Cambia el perfil de las personas sin hogar

Un nuevo perfil de personas sin hogar, así como de quienes urgen de ayuda para satisfacer necesidades básicas, se asoma a casi un año del huracán María.El ciclón, que tocó suelo boricua el pasado 20 de septiembre, no solo estropeó estructuras e interrumpió servicios esenciales, sino que amplió aún más los márgenes de pobreza y las dificultades económicas para muchos.Dentro de esta realidad, la experiencia de organizaciones sin fines de lucro que sirven a los más necesitados refleja que la pérdida de hogares, el desempleo y la inseguridad económica han empujado a personas que no requerían ayuda para subsistir a buscar albergue, comida y agua.En los primeros seis meses de este año, 1,002 personas perdieron sus casas al no poder seguir pagando sus hipotecas, según la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras. El año pasado, las ejecuciones totalizaron 4,572, pese a que los tribunales estuvieron inoperantes en los meses inmediatamente posteriores al ciclón y a las moratorias concedidas por los bancos.Otras familias quedaron sin techo al no tener dinero suficiente para reparar los daños ocasionados por María, ni cualificar para ayudas gubernamentales por carecer de títulos de propiedad.Entre estos últimos está Cándido Beltrán Martínez, de 50 años y quien vivía en una pequeña estructura detrás de la casa de sus abuelos, en la barriada San José de San Juan."La tormenta ‘esbarató’ el techo y se inundó mi casa. Perdí todas mis cosas personales. He estado en dos hospedajes, pero he pasado ciertas dificultades. La vida en la calle es así", dijo.La semana pasada, Beltrán Martínez, junto a una vecina que lo ayuda en la búsqueda de documentos para gestionar asistencia gubernamental, acudió por primera vez a La Fondita de Jesús, en Santurce, para alimentarse.Allí, contó a El Nuevo Día que su "último obstáculo" ha sido que, por no tener su certificado de nacimiento consigo, no ha podido solicitar una vivienda. "Duermo en aceras, en las escaleras de una iglesia y, a veces, en casas de amistades mías", relató.A su lado, Luis Santana, de 29 años, narró que, antes del ciclón, se refugió durante un tiempo en casa de su madre, pero volvió a las calles después. Actualmente, se hospeda con una mujer que conoció buscando servicios en La Fondita de Jesús."Lo que me falta es el papel del CRIM (Centro de Recaudación de Ingresos Municipales). Espero poder conseguir un apartamento", dijo Santana, quien está en tratamiento de metadona y quiere darle un giro a...

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