Nada ha cambiado

ABRAHAM LINKEWER

PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE COMERCIO PUERTO RICO-ISRAEL

Ramallah, capital de la Autoridad Palestina está a cinco minutos de Jerusalén. Se podría ir a pie, pero Mahmoud Abbas decidió que su foro estaba en Nueva York, en las Naciones Unidas. Es que sentarse a negociar con Israel podría costarle su puesto y quizás también su cabeza a manos de sus hermanos integristas. Así es que decidió pedir acceso a la Corte Internacional de La Haya, ente jurídico de las Naciones Unidas, desde donde piensa acusar a Israel por crímenes de guerra: terrorismo judicial a un país que ha vivido defendiéndose de amenazas de extinción por tanto tiempo.

Crímenes de guerra son los de Hamas contra Israel, aterrorizando por años a sus ciudadanos con misiles, o los de Irán, que ha jurado destruir a Israel. Hamas asesina a sus hermanos palestinos de Fatah: sunitas contra chiítas; Bashar al-Assad diezma a su gente en Siria.

Las flotillas ya no viajan a Gaza con medicinas expiradas y comidas contaminadas. Los medios ya no las esperan en el puerto para tomar esas fotos que venden a buen precio para las primeras planas de los periódicos que compran el embuste. A Siria debieran llegar flotillas, donde las necesidades son apremiantes. Pero allí no estarían los periodistas esperándolos, ni los fotógrafos para retratarlas. Están ocupados retratando la masacre.

En Gaza no falta nada y mercancía de todo tipo se vende en las calles: frutas, vegetales, televisores de plasma y esos celulares de última generación que aún no han llegado a Israel. Centros comerciales inmensos, hoteles de cinco estrellas y restaurantes que sirven faisán para los elegidos, carros europeos de lujo, se compran y se venden allí.

Occidente votó a favor de la petición palestina. Francia encabezó el grupo europeo: su población islámica decide con su voto quién es el presidente...

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