Un camino para todos

RUBÉN BERRÍOS MARTÍNEZ

PRESIDENTE DEL PARTIDO INDEPENDENTISTA PUERTORRIQUEÑO

Cuánto tiempo tomaría y cómo se daría el proceso, ni don Pedro podía anticiparlo exactamente; pero sí podía profetizarlo.

Desde entonces, todos los independentistas, unos por un camino, otros por otro, sabemos que la independencia pasa por la suprema definición. Don Gilberto añadiría: "Además, eso es así".

En el PIP, en el 1967, poco antes de la muerte de don Gilberto, reafirmábamos su convicción de que el PPD comenzaba a sufrir "la agonía de ser víctima del monstruo de su propia creación: el miedo a la libertad". Señalábamos que los votos asimilistas crecerían inevitablemente como consecuencia del miedo sembrado por el liderato popular y abonado y cosechado por los asimilistas. Pero sabíamos, además, que existía latente y con enorme potencialidad el respeto propio y el instinto de preservación de nuestra nacionalidad y que, al verse amenazados por el auge asimilista, tarde o temprano, muchos populares puertorriqueñistas se sumarían a las fuerzas defensoras de la soberanía nacional.

Ese proceso -concluíamos- traería como secuela "la polarización de fuerzas que tarde o temprano habrá de surgir en Puerto Rico": de un lado los que nos sentimos puertorriqueños ante todo y, del otro, los que se sienten norteamericanos antes que puertorriqueños. Esa polarización aceleraría el advenimiento de la independencia. Hasta hoy esa ha sido piedra angular de nuestra estrategia.

Nadie puede prever paso por paso la fase final del proceso de polarización, pero de que se dará no hay duda. Lo exige nuestra realidad socioeconómica; lo demanda la nueva situación internacional, particularmente en América Latina, y hoy lo respaldan en el gobierno norteamericano importantísimos participantes.

En el Senado federal, ante el descalabro económico de la colonia y el peligro para los propios intereses de Estados Unidos, lo están pidiendo a voces. Vieques y el "no" a la colonia en el plebiscito le dieron el jaque mate al colonialismo.

Nos compete a todos buscar el camino más efectivo y adecuado para llegar a la definición final y resolver nuestro problema de estatus. Una Asamblea de Estatus, combinada con un plebiscito o consulta, es el camino. Ese mecanismo, o uno similar, armonizaría las demandas esenciales de los diversos sectores ideológicos.

Ahí se dirige el proyecto de ley...

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