Camino en tu hora

PEDRO REINA PÉREZ

HISTORIADOR

Para ello no tuvo que valerse de nadie. Con la implementación de una estrategia de dominio total, y el empleo de un manual de tácticas para fulminar todo tipo de resistencia, la enorme máquina aplanadora marchó sin tregua por cada rincón de la geografía social, dejando a su paso un paisaje devastado cuya restauración se torna hoy la agenda más urgente para el nuevo gobierno.

La intolerancia exhibida ante la disidencia fue tenaz, y el rechazo hacia cualquier tipo de concertación, rotundo. Eso explicó, entre otras muchas cosas, la descolegiación de los abogados, la vejación impune de los estudiantes universitarios, la destrucción del Fideicomiso de la Tierra, el cierre de la gradas en el Senado, el desprecio ante los ciudadanos de Ceiba ("such is life") y la promoción incesante del gasoducto bajo el nombre perverso de "Vía Verde". El gobernador Luis Fortuño Burset, con el contubernio de la Legislatura y alcaldes como Jorge Santini, perseveró en adelantar estos intereses y pactó la cesión de bienes comunes bajo la figura de las alianzas publico-privadas, cuya efectividad está, al presente, en entredicho. El conjunto de estas acciones creó un clima de desesperanza, que generalizó el miedo y encendió, paradójicamente, la llama de la resistencia. El primer asomo de este rechazo colectivo lo constatamos en el repudio a la eliminación de la fianza, no registrado en las encuestas publicadas y que presagiaban un desenlace diferente. Puesta la mesa, fue sólo cuestión de esperar. No hace falta una bola de cristal para saber que la suma total de estas acciones le costó al Gobierno el respaldo de sus propias huestes -mucho más numerosas y disciplinadas que la oposición- que no secundaron con su voto el plan gubernamental propuesto por el gobernador Fortuño.

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