Campeones ante la adversidad

Por Carlos Rosa Rosa

crosa@elnuevodia.com

Era el momento más grande de su carrera como piloto. La victoria más relevante. Y le dedicó la misma a su familia por el sacrificio de tantos años de su esposa e hija. Pero hubo algo más en la dedicatoria del triunfo. En sus primeras declaraciones, González también dio a conocer una situación de salud de su esposa.

"Le dedico esto a mi esposa y a mi hija. A mi esposa, Ivette Sosa, quien padece de esa terrible enfermedad (cáncer). Y a mi hija Salma; ya quiero estar con las dos. Las quiero mucho y las extraño mucho", pronunció González en medio de la euforia por la victoria.

En Puerto Rico, Ivette y Salma acogían las palabras con una felicidad indescriptible. Ellas entendían a perfección la emoción de Omar en cada palabra. Conocían del sacrificio que él hablaba. Un sacrificio que nunca trascendió públicamente. Uno que siempre permaneció entre ellos en el anonimato de su hogar.

"Me emocioné mucho cuando lo leí... hubo mucho sacrificio y malos momentos. Pero siempre echamos para adelante", manifestó Ivette con brillo en sus ojos.

Y González hoy día puede decir que ese era el mensaje ideal en sus primeras palabras.

"Fue un juego bien grande. No tienes idea de las palizas que cogimos ante Brasil. Y al vernos en esa situación de ganar, lo primero que pensé fue en todos esos años de sacrificio de mi familia... todo ese sacrificio de ella que la gente no ve. Era lo más correcto", compartió González con El Nuevo Día en compañía de su familia.

Aunque no estuvo físicamente dentro del tabloncillo, Ivette, ciertamente, fue pieza instrumental en el éxito del combinado nacional. Y también lo ha sido a lo largo de la carrera de su esposo como dirigente en el Baloncesto Superior Nacional, a nivel de escuela superior y como asistente técnico del combinado adulto masculino.

Su lucha con un cáncer metastásico hace 15 años no ha sido obstáculo para que su esposo haya alcanzado un sinnúmero de triunfos en su carrera.

Todo comenzó a sus 29 años de edad. En ese momento, Ivette fue diagnosticada con cáncer en un seno. Fue operada y se sometió a los tratamientos de quimioterapia. No hubo inconvenientes y superó la condición. Su tratamiento debía continuar con otros medicamentos, pero su deseo de convertirse en madre la llevó a tomar una decisión a los dos años de su operación.

"Ella dejó de tomar las pastillas, porque quería tener una hija. Así lo hizo y llegó Salma a nuestra familia", contó González al mirar a su hija.

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