El cáncer no aniquiló su cuerpo ni su mente

Su gran ejército de médicos, familiares y amigos le construyeron una fuerte barrera de protección. Se apostaron a su lado casi por instinto de unidad. Lo resguardaron con las armas más simples, como un abrazo, un beso o la música de una guitarra. Lo custodiaron con un arsenal muy sofisticado, como los que se encuentran en la evolución de tratamientos médicos. Lo auxiliaron con un escudo de positivismo para equilibrar todo su ser.

Su cuerpo, lo defendió. Su alma y espíritu, lo fortalecieron. Su mantra, lo calmó. Su mente, aunque a veces se desviaba hacia el callejón oscuro del miedo, al final, lo protegió.

Como si se tratara de la luminosa constelación de Orión en el firmamento, hasta el más mínimo detalle se alineó perfectamente: cuerpo, personas, destino, tiempo, lugar y amor.

La defensa era por su vida. La apuesta, todo o nada. La guerra, dura. La estrategia, prodigiosa. El enemigo, el mieloma múltiple. El terreno de la batalla campal: el cuerpo y la mente de Johnny Rullán.

“Es como te dije la otra vez: una guerra mundial en tu cuerpo y tu mente”, dijo el exsecretario de Salud a El Nuevo Día, en medio de su proceso de recuperación.

Hace 11 años, Rullán peleó en el mismo terreno escarpado del cáncer. Estaba en remisión, pero unos meses atrás el destino lo puso en la misma línea de fuego. Como parte de los exámenes de rutina que se hace cada año, encontraron que las células “malas” habían vuelto a invadirlo. No hubo avisos ni alertas. El enemigo lo tomó por sorpresa.

“Por 10 años todo daba negativo y, en marzo de 2017, me dijeron: ‘Mira, está empezando a salir algo positivo, vamos a monitorearlo a ver si se duplica o no, porque es lento’. Entonces, vuelvo y me dijeron: ‘Mira, se duplicó. Así que vamos a empezar a discutir alternativas de tratamiento’”, rememoró.

¿Cómo se recibe un diagnóstico de cáncer por segunda vez? ¿Es más duro?

—Piensas que el cáncer dejó tu vida. Escribes un libro y hablas de las siete zapatas para poder conquistar el cáncer... Pensaba que estaba curado. Gracias a Dios que iba todos los años a chequearme y que lo encontraron a tiempo. Entiendes que aún eres susceptible al cáncer.

¿Quién estaba con usted?

—Mi esposa, María, y mi hijo mayor, Michael. A través del chat de la familia todos supieron.

¿Le sorprendió?

—Sí, llevaba ya tantos años que me decían: “Está todo bien”. Tú piensas que está todo bien y de momento te dicen: “No, no está todo bien”.

¿Qué fue lo primero pensó?

—Tengo que volver otra vez a hacer un...

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