Canto a la patria

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

La velada llevó por nombre "40 y pico... ¡Seguimos de fiesta!". Y no hay duda de que allí hubo celebración, pero no fue una cualquiera. Sin necesidad de ritmos electrónicamente manipulados o bailes extravagantes, el boricua logró transportar a su fanaticada a un ambiente festivo, alejado de las distracciones modernas y anclado tanto en romance como en la alegría de nuestra música.

A eso de las 9:00 p.m., el público brindó aplausos, aunque el protagonista no apareció. Por él se presentó su hija Andrea, quien le dio la bienvenida a Eduardo Villanueva. El trovador saludó con décimas para rendirle tributo a El Jíbaro. "Para mí es más que un honor en esta primera fase abrir camino, y que pase un maestro del folclor. Sin cuento, un trovador que empezó desde chiquito y la suma multiplicó. Es un buen puertorriqueño. Mis décimas le dedico. Y su historia glorifico, pues contando sus peldaños, no son uno ni dos años... Son cuarenta años y pico", cantó, aunque con algunas fallas de sonido. La meta de Andrés Jiménez era demostrar la evolución de nuestra música autóctona mientras celebraba sus más de cuatro décadas de trayectoria artística. También pretendía despedir el año con buenos recuerdos de la Navidad boricua. En su misión no falló, pues desde que entró al escenario al ritmo de Inventario, subrayó que vive orgulloso de su herencia.

"Muy feliz de estar con ustedes aquí con nuestra música, entendiendo mi vida y quiénes somos, de dónde venimos. Entender cómo...

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