La cara más auténtica de St. Kitts

Por Raisa Rivas Español

Especial para De Viaje

Al igual que todas las islas tiene un encanto que va más allá de las tienditas del puerto. Por eso aunque es una buena idea pasearte por las cercanías del puerto, donde hay además de tiendas varias atracciones incluyendo museos e iglesias, no te dejes vencer por la tentación de quedarte en los alrededores solamente.

Hace unas semanas estuve de visita aquí y escogí un 'city tour' que ofrecía uno de los operadores autorizados con sede en el puerto. Como los barcos usualmente permanecen ocho horas estacionados aquí puedes irte por la mañana y dejar la tarde para recorrer otras atracciones a las que puedes ir caminando. De esa manera vas a la segura con el tiempo y no hay manera de que pierdas el barco si el tour se atrasa.

Por lo regular los 'city tours' tienen paradas en lugares distantes por lo que si quieres retratarte en el famoso The Circus, en la calle Fort, donde está el famoso reloj verde, considerado por muchos como la versión del Big Ben, deberás hacerlo antes o después de la excursión. Esa es la foto imperdible de St. Kitts.

Por $ 25 estuve tres horas en una minivan recorriendo la isla. Llegué a lugares que no conocía y eché un vistazo a algunas de las playas. También repetí otros rincones que son las principales atracciones del lugar. Me refiero a Caribelle Batik, que se ha hecho muy popular como 'la tienda donde venden las telas pintadas', como me dijo un compañero de viaje. Pero el lugar es mucho más que eso. Está ubicado en las ruinas de la plantación azucarera más antigua de la isla. Como en otros puntos del Caribe, esta industria fue la base de la economía de St. Kitts por muchos años.

La sede de la empresa está en los hermosos Jardines Botánicos de Romney Manor por lo que no extraña el hecho de que sea precisamente un árbol antiquísimo lo que te dé la bienvenida al lugar. Sus ramas dan fe de sus 350 años de historia y dicen que cubre medio acre.

Hace muchos años estos jardines fueron hogar de los indios Caribe y la propiedad más tarde fue adquirida por Sam Jefferson, tatarabuelo de Thomas Jefferson, el tercer presidente estadounidense. Sam la vendió a Lord Romney Manor en el siglo 17, quien se destacó entre otras cosas por ser el primero que emancipó los esclavos en la región, y de ahí ha pasado a la familia Manor por todos estos años, lo que ha hecho mantener su nombre.

Los dueños actuales la adquirieron en 1974 y han continuado la labor de preservación y cuidado de estas...

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