La caravana de ilusiones del status

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

Tal parece que pronto habrá aquí campaña plebiscitaria y, olvídese del resto, nos atosigarán status por ojos, boca, oídos y nariz por lo menos hasta que termine el año. Todo el que ha visto una campaña de status sabe que en el momento en que el País se mete en esa vaina todo lo demás queda en suspenso. No habrá más discusiones de educación, economía, crimen, salud, ni desempleo.

El status, por supuesto, hay que discutirlo y, más que discutirlo, resolverlo. La ausencia de una solución definitiva a este problema a lo largo de toda nuestra historia ha representado para nosotros lo que las cadenas que amarran los tobillos para los presos: a ellos les impiden escapar y a nosotros alzar vuelo y alcanzar todo nuestro potencial como pueblo.

El problema es que la campaña con la que pretenden entretenernos por el resto del año tiene los mismos defectos que tuvieron las que antes terminaron en fracasos y enconamientos. Estará, otra vez, en manos de políticos cuyo compromiso para solucionar esto es más que dudoso y, más importante aun, falta el compromiso de los de allá, que son quienes en realidad pueden viabilizar la solución de este acertijo, si alguna vez en su vida hablaran claro.

La actitud que muestra Washington ante el asunto, en esta ocasión, es risible. Quienes nunca han querido comprometerse de antemano a respetar nuestra voluntad ni decir exactamente qué están dispuestos a dar y en qué términos ahora hacen el "compromiso" de que harán un "compromiso" en el futuro.

Nuestros políticos saltan y bailan de alegría con ese trabalenguas por dos razones. Primero, porque, para la mayoría de ellos, cualquier cosa que se diga allá, por más críptica que sea, es ley. Segundo, porque les encanta el tema del status, ya que se trata sólo de hablar y prometer, conociendo de antemano que nada de lo que digan tendrá consecuencia alguna, pues saben, mejor que nadie, que en Washington no hay voluntad alguna de atender seriamente este problema.

Los estadistas saben que, en las circunstancias actuales, la estadidad es una quimera. No tienen, para empezar, la supermayoría que todo el mundo, aunque nadie lo diga, sabe que es indispensable para que allá consideren admitirnos. Por eso es que quieren crearla de manera artificial con la consulta que pretenden convocar este año entre estadidad, independencia y...

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