DE CARCELERO A PRISIONERO

Por José A. Delgado

jdelgado@elnuevodia.com

CLEVELAND, OHIO - Ante el ojo público, intentaba comportarse como una persona normal, pero Ariel Castro -quien ayer quedó preso por no poder prestar una fianza de $8 millones y puede enfrentarse a un proceso de pena de muerte-, ha quedado retratado como un monstruo de la oscuridad.

El fiscal del condado de Cuyahoga, Timothy McGinty, anunció ayer que buscará que Castro se enfrente a un proceso que puede concluir con la pena de muerte si se le prueba que forzó abortos de algunas de sus víctimas.

"Quiero que sea acusado por cada acto de violencia, cada día de secuestro y los actos de muerte agravada que puede haber cometido al terminar embarazos", indicó el fiscal McGinty, quien ayer mismo asumió el caso.

Los informes policiales señalan que Castro le pudo causar, a golpes, hasta cinco abortos a Michelle Knight, una de sus víctimas. "Tenía una cárcel de torturas", indicó McGinty.

Bajo los estatutos de Ohio, la pena de muerte puede aplicar a los "más depravados criminales que han cometido asesinatos agravados durante el transcurso de un secuestro".

En horas de la mañana de ayer, la jueza municipal Lauren Moore le fijó a Castro, un músico de 52 años nacido en Yauco, una fianza de $8 millones, $2 millones por los casos que se relacionan con cada víctima de sus abusos.

Por no poder prestar la fianza, Castro fue encerrado en una prisión del condado de Cuyahoga, que tiene su sede en esta ciudad.

Castro está acusado, por el momento, de cuatro cargos de secuestro y tres de violación sexual, por los abusos que cometió en contra de la boricua Gina de Jesús, de Amanda Berry y de Knight, en hechos ocurridos a partir de 2002. El cuarto cargo de secuestro se refiere a mantener como rehén a la hija de Berry, Jocelyn, de 6 años.

Bajo los cargos ya radicados, la fiscalía no podría iniciar un proceso de pena de muerte, advirtió la defensora pública Kathleen deMetz, quien ayer representó temporalmente a los Castro.

Los otros dos Castro que fueron detenidos el lunes, Pedro y Onil, quedaron en libertad, pues se les desvinculó totalmente del horrendo comportamiento que se le atribuye a su hermano, pero se les acusó de delitos menos graves.

Pedro aceptó su culpa de haber abierto una lata de cerveza en un sitio público. Los cargos de posesión de sustancias controladas en contra de Onil fueron desestimados, pues eran de hace 11 años.

Durante la audiencia, Ariel, vestido con mameluco azul de preso, se mantuvo cabizbajo, sin...

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