El cardenal que pocos conocían

Por Gloria Ruiz Kuilan

gruiz@elnuevodia.com

"Eminencia, ¿y ahora qué va a suceder? ¿Cómo lo tengo que tratar? Porque ahora usted es un príncipe de la Iglesia. Y él me dice: 'yo no me hice sacerdote de la Iglesia para ganarme títulos. Si el Señor me los regala, los aceptó, pero sigo siendo el mismo monseñor. El mismo padre porque soy sacerdote ante todo'", relató Ramos.

Ella, al igual que otras personas muy cercanas al cardenal, coincidieron en que era una persona que despuntó por su afán hacia el trabajo, sus cualidades como ser humano y su entrega al sacerdocio.

Ramos habló con aplomo pues llevaba 42 años al lado del cardenal. Fue su cómplice en tejer agendas de trabajo que dieron fruto para la Iglesia Católica y para el País. "Puedo decir que han sido los 42 años más productivos, tanto en mi carácter personal, profesional y de iglesia", dijo.

De él le impactó siempre su "jovialidad y simpatía". Esas cualidades, quizá muchas veces no trascendían públicamente, reconocieron Ramos y el padre Fernando Felices, quien fuera su secretario personal por un año y luego el rector del Seminario San Juan Bautista y excanciller de la Arquidiócesis de San Juan.

Ambos, al igual que el padre Floyd McCoy, quien fue también su secretario, contaron que el cardenal no vacilaba en mostrar su temperamento cuando era necesario. "Era muy celoso y cuidadoso con los sacerdotes. Si había alguna queja, la investigaba y si había que ser fuerte lo hacía, a veces demasiado fuerte. Era muy celoso con la disciplina", sostuvo el padre McCoy.

Esa firmeza, según el párroco Felices, fue clave para llevar a la Iglesia Católica a otro nivel. Recordó que Aponte Martínez hizo realidad la compra del Canal 13, triplicó la cantidad de parroquias, promulgó que en estas hubiesen diáconos puertorriqueños y creó diócesis y la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (entidad que agrupa a los obispos). "Fue el rostro de la Iglesia Puertorriqueña ante toda la Iglesia hispanoamericana o latinoamericana", recalcó Felices.

Dijo que Aponte Martínez contestaba cada carta que recibía y lo mismo hacía con toda petición que atendía. "Me recuerdo que llamó una señora que tenía la mamá grave en Centro Médico y pidió por un sacerdote. Él me llamó a mí y me dijo "'¿puedes atenderla?'".

Los dos párrocos recordaron como Aponte Martínez acostumbraba levantarse con el alba y movilizar a los demás. "Llamaba a uno a los 5:00 de la mañana y aún a las 10:00 de la noche estaba trabajando", relató Felices.

Pocos...

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