La carta de la semana

Amílcar Colón Pascual

San Juan

Más allá del suceso violento e injustificable que se desató en una jugada finalizando el partido, y el comportamiento cuestionable del jugador expulsado (respondiendo a una andanada de insultos de parte de los adultos que se encontraban en las gradas), debemos ser prudentes al momento de emitir juicios.

Aunque no es tolerable la violencia en el deporte, tenemos que reconocer que gran parte de ésta emana de nuestro entorno social, que el comportamiento de los jugadores en la cancha refleja las actitudes y valores que nosotros como adultos les inculcamos y responde también a nuestra conducta violenta en las gradas. Muchos de los que estuvimos presentes en el juego observamos incrédulos lo ocurrido y aquellos que conocemos al jugador de Barbosa aún más, pues sabemos la calidad de ser humano que es, además de ser atleta y estudiante sobresaliente. Evidentemente cometió un error; pero nosotros como adultos fallamos seriamente al juzgarlo por ese error. Además, el pretender etiquetar a un jugador como criminal y concluir que en el futuro matará, dice mucho de cómo pensamos y cuáles son las expectativas que tenemos de nuestra juventud. Si es lamentable la violencia que se vivió en aquel partido de fútbol, más deplorable aún es la hostilidad y la sed de venganza con que estamos reaccionando. Parecería que del árbol caído, todos quieren hacer leña.

Vale la pena preguntarse: ¿Qué ganamos al negarle la oportunidad a un jugador de...

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