Catastro

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

Todo muy lógico si se tiene en cuenta que la Autoridad de Energía Eléctrica es un hervidero de oscuros intereses, personajes inescrupulosos, mercaderes insaciables y activistas políticos de la peor calaña. Se podría hacer una lista de la infamia con los impresentables que han dirigido esa corporación, haciendo ganar dinero a los amigos y hundiendo a los consumidores en el lodazal de las tarifas infladas. Luego se han largado de allí con bonos de productividad y suculentas pensiones.

Los consumidores escogieron a dos ciudadanos, Agustín Irizarry y Juan Rosario, para que los representen en la Junta de Gobierno, y fue entonces que el secretario del DACO, intentando que ninguno de los dos hubiera podido participar de las chanchulleras reuniones, nombró un comité para que los investigara y, si hubiera sido posible, los sacara de carrera.

Mucha democracia y mucho voto, pero esto es lo que tratan de hacer. Certifican y descertifican partidos; les hacen la vida imposible a los que intentan abrirse paso con argumentos e ideas diferentes. Habría que preguntarse: ¿cómo nadie se atreve a descalificar a una nueva formación política, cuando en la Comisión Estatal de Elecciones tienen ante sus narices los casos más tiburoneros y recalcitrantes de corrupción electoral?

Menos mal que Roberto Arango se fue de la Legislatura y encontró la felicidad, porque ése era uno que se pasaba la vida escribiendo resoluciones contra la falta de libertades y la supresión de derechos en ciertos países. Ahora, acurrucado en su envidiable retiro, no se ve en la necesidad de criticar a otros gobiernos que, comparado con lo tenemos, parecen límpidas democracias nórdicas.

Y si queríamos caldo, encandilados como estamos con la efectividad del nuevo jefe policíaco, nos dan tres tazas: una de ellas, el caso de Ivana Fred Millán, la mujer que ha denunciado una batida paramilitar realizada por presuntos agentes de la División de Drogas en su apartamento. Aparte de causar destrozos, los uniformados le habrían llevado dinero.

Parece que los de la División de Drogas van a tener que hacer como los Testigos de Jehová: ir a los tribunales y exigir igualdad de condiciones para poder entrar a ciertos sectores encumbrados en los que, curiosamente, nunca entran. Hasta ahora, se ensañan con las minorías.

Con Ivana, que vive en el condominio Bahía, y con un dominicano que, después de una intervención similar en...

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