La CELAC contra la Carta Democrática

Por Carlos Alberto Montaner*

El general Raúl Castro es el presidente pro tempore de la CELAC y todos fueron a La Habana, como los ratones tras la flauta de Hamelin, a celebrar una segunda cumbre.

¿A qué juegan los gobiernos de América Latina? Aparentemente, el primer objetivo del organismo, según declaran, es: "Reafirmar que la preservación de la democracia y de los valores democráticos, la vigencia de las instituciones y el Estado de Derecho, el compromiso con el respeto y la plena vigencia de todos los derechos humanos para todos, son objetivos esenciales de nuestros países".

¿Qué entienden esta gente por democracia? Cuba, como les corresponde a los países desovados por la extinta URSS, es una vieja dictadura unipartidista de más de medio siglo, en la que no existen libertades individuales, ni se respetan los derechos humanos. Mientras se celebra la CELAC, la policía política acosa y aporrea a las Damas de Blanco y a los demócratas de la oposición que se atreven a protestar. ¿Alguien lo ignora?

Raúl y su tropa estalinista no lo ocultan. Son brutal y orgullosamente francos. Tienen coartadas legales para fusilar o encarcelar. Defienden paladinamente ese modo de estabular a la sociedad y afirman que se trata del sistema más abierto, democrático y solidario de la historia. Ni siquiera admiten que torturan a los disidentes. Los opositores no son personas: son gusanos, escoria extirpable a culatazos por oponerse a la felicidad del pueblo y querer entregarle el país al imperialismo yanqui.

No hay una violación flagrante de las reglas. Las reglas lo permiten. No hay que "desaparecer" a los enemigos. Se les machaca públicamente. La Constitución, calcada del modelo soviético, le concede al Partido Comunista la facultad en exclusiva de organizar a la sociedad a su antojo. Ese bodrio legal ha sido refrendado por la inmensa mayoría. Los cubanos, como los norcoreanos o cualquier ciudadano aterrorizado, votan lo que les pongan delante mientras sueñan con una balsa. Todo y todos se subordinan a los fines del marxismo-leninismo y se prohíbe cualquier conducta que contradiga estos principios. El pasado, el presente y el futuro están atados y bien atados.

Y hay elecciones. Cada cierto tiempo, la dictadura, como sucedía en el bloque del Este en Europa, realiza unos comicios muy controlados para legitimar en el poder a unas autoridades que sirven como correa de transmisión a las iniciativas del caudillo de turno. Son los apparatchiks. Es la nomenclatura...

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