Cementerios ilustres

ARgentina y Francia

Por Mariana Lafont

Por rechazo o atracción, los cementerios nunca resultan indiferentes y son un elemento de la ciudad a través del cual se perciben hábitos y costumbres de ésta y su gente. Son sitios interesantes, dignos de ser visitados y, aunque suene paradójico, muchos se sienten "cerca" de grandes celebridades que han admirado al ver su tumba. Varios cementerios se destacan en el mundo y dos de ellos merecen mención especial por su estilo y por las ciudades en las que se encuentran: el de Père Lachaise en París y el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires. Ambos son la morada de destacados personajes históricos, políticos y artísticos. Al ser el lugar de descanso elegido por la élite, la estética y la ostentación se manifiestan a través de magníficas bóvedas construidas por los mejores artistas de cada época. El resultado es una perfecta combinación perfecta entre un museo de arte e historia. Y en el caso de Recoleta, allí descansan un sinfín de personalidades como la mayoría de los presidentes argentinos. Por ello, en 1946 fue nombrado Museo Histórico Nacional.

Cuando la capital argentina era sólo una pequeña aldea colonial los primeros enterratorios estaban cerca de la Plaza Mayor, en la Catedral y cuando el templo no alcanzaba se usaba el camposanto contiguo. Las inhumaciones seguían una rígida estratificación social destinando lugares cercanos al altar a las clases pudientes mientras que pobres, esclavos e indígenas iban a zanjones y baldíos. Con el correr del tiempo la urbe fue creciendo, los enterratorios escaseaban y en 1821 se hizo una gran reforma inaugurando en 1822 el primer cementerio público de Buenos Aires: el Cementerio de la Recoleta. Al principio sólo aceptaba católicos pero desde 1863 aceptó otros credos. Luego cayó en estado de abandono hasta que en 1881, el primer Intendente de la ciudad, Torcuato de Alvear, encomendó al arquitecto Buschiazzo su remodelación dándole su aspecto actual. El camposanto fue el elegido de las clases altas ya que desde 1871 habían migrado del sur al norte de la ciudad por una epidemia de fiebre amarilla.

El monumento ocupa cuatro manzanas, cuenta con alrededor de 6,000 sepulcros a perpetuidad y más de 70 bóvedas son Monumento Histórico Nacional. Como una ciudad en miniatura y con aires de laberinto las callejuelas se suceden y entremezclan con algunas arterias principales, más anchas y despejadas, por las que transitan cientos de turistas -en general extranjeros- que...

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