Las certezas de la ficción

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

En aquellas páginas, escritas con la gracia de un hombre que hablaba seis idiomas y había tenido experiencias de vida como el haber sido partícipe de la Independencia de los Estados Unidos, de la Revolución francesa y de la Independencia de Venezuela, entre otros eventos históricos, Miranda, narró no solo los devenires de sus gestiones políticas, sino que todo ello estaba salpicado con sus ideas y, también, con sus aventuras amorosas.

"No me parecía un hombre del siglo XVIII, me parecía muy cercano. Reflejaba en sus diarios tanta pasión, tanta curiosidad por el conocimiento. Recuerdo que en esa época, cuando escribía la novela, pensaba: 'ay, si esto lo viera Miranda', cuando veía un avión, un aparato de televisión. Trataba de ver mi mundo con los ojos de él", describe Montero acerca de su proceso creativo, que ocurrió en los ochenta cuando "no había Internet y había que buscar la información en bibliotecas o viajar".

Eso cobra particular relevancia, pues estamos hablando de una novela, la nueva entrega de Montero, El caballero de la flauta, que se sitúa en la Rusia de finales del siglo XVIII, un lugar tan distante como es posible pensarse de una escritora caribeña de finales del siglo XX y principios del XXI.

"Un escritor se prueba imaginando otros mundos y haciéndolos verosímiles", afirma la autora que, luego de trabajar en la novela, recibió comentarios como "es que este texto no se parece a ti".

En efecto, la novela es distinta. A lo largo de las 222 páginas que tiene la edición de Callejón de este año (fue publicada en el 2011 por la editorial Letras Cubanas), la autora nos va llevando al interior de un universo lleno de telas, alimentos, costumbres, caminos, frío e historias situadas en el territorio lejano que dicta la geografía, y perturbadoramente cercano de las emociones humanas. Así conocemos la historia del encuentro entre Francisco de Miranda y Antonia de Salis en el Cherson de 1786. Ambos existieron y se conocían, como logró constatarlo con documentos históricos. Ahora, si fueron amantes, si se quisieron, cómo y dónde se encontraron, es puro artificio.

"Escogí el episodio de Rusia; Miranda estuvo en muchas partes y hubo episodios mucho más interesantes que ese, pero creo que tiene que ver con la influencia en mi niñez y adolescencia de los escritores rusos clásicos que fueron importantísimos en mi formación... En una época en Cuba nos metían lo ruso hasta por las narices, y algo...

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