Charrería

Manolo Núñez Negrón

Uno mira estas fotografías del Primer Ejecutivo Municipal y, de entrada, percibe el enorme contraste que existe entre el hombre de la imagen y el oficial gubernamental de carne y hueso. A la sublime armonía doméstica se opone, sin mucho esfuerzo, el recuerdo de un caudillo fogoso, sagaz, en efecto, y también vulgar, por momentos altanero, ducho sólo en la pendencia: un personaje de quien incluso el presidente del Senado, que no se diría una monja de claustro, se cuida las espaldas.

Y mientras esta maniobra de propaganda tiene lugar, la ciudad capital está sumida en un abandono deplorable. Tiene Natatorio, desde luego, y campo de golf, obras diseñadas para llenar el ojo y alimentar la propia megalomanía, pero carece de un plan organizado para revitalizar los cascos...

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