LOS 'CHENDITOS' DE 'CHENDO'

Por Carlos Rosa Rosa

crosa@elnuevodia.com

Esas historias en que los hijos emulan a sus progenitores para experimentar la fama y el glamour que, en ocasiones, ofrece cualquier deporte.

En el escenario deportivo que Rosendo 'Chendo' Rodríguez caminó por más de tres décadas fue todo lo contrario.

Por 32 años, Rosendo ejecutó uno de los oficios menos populares, más difíciles e incomprensibles del deporte local: fue árbitro en el Baloncesto Superior Nacional (BSN).

No hay que ofrecer muchos detalles para conocer la 'popularidad' de los oficiales entre la fanaticada. Son centro de críticas, abucheos, agresiones verbales y hasta físicas en las canchas, cuando el baloncesto despierta tanta pasión entre sus seguidores.

Por tal razón, es poco común ver a hijos de árbitros imitando a sus padres. Se pueden contar con los dedos de una mano -y sobran- la cantidad de padres-hijos que han pitado en la liga. De la época moderna solo hubo una pareja: Jorge Vázquez, padre e hijo.

Así que el caso de Rosendo es más inusual de lo normal. No solo uno, sino sus dos hijos les siguieron los pasos. Los hermanos Alejandro y Ricardo Rodríguez escribieron una página en la historia del BSN al debutar esta temporada, seis años después del retiro de su padre.

Ellos no vivieron ajenos a la realidad del trabajo de un árbitro del BSN. Quizás de pequeño no tenían una idea clara, pues su progenitor les prohibía ir a los juegos. "No podía velar por la seguridad de ellos", dijo Rosendo.

Sus vástagos no tenían otra opción que permanecer en la casa, aprovechando el momento para ir alimentando un sueño de imitarlo. "Cuando papi se iba, siempre me ponía el uniforme de él y daba vueltas dentro de la casa como si estuviera entrando a la cancha... como si fuera un show", contó Ricardo.

Ya en la adolescencia, Alejandro y Ricardo recibían la autorización para asistir a los encuentros. "Teníamos como 14 años. Ya sabíamos a dónde caminar, o cómo llegar al camerino o al auto", dijo Alejandro.

Fue cuando comenzaron a comprender cuán complejo era la tarea de su padre. No era fácil para ellos estar en las gradas y escuchar todos los improperios que le gritaban a su padre.

"Era incómodo", reconoció Ricardo. "Daban ganas de decirles algo a los fanáticos, pero uno aguantaba para evitar problemas. Era mejor no decir nada, porque si pasaba algo, papi era capaz de meterse en el público. Era difícil ser un hijo de un árbitro", confesó Ricardo, de 31 años y el menor de los hermanos.

Aún así, Ricardo y...

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