La China caricaturizada

por Carmen dolores hernández

fotos CARLA MARTíNEZ

Difícil resumir su trama. Hay muchas tramas aquí que se desarrollan en varios géneros: cartas, cuentos y un largo relato que podríamos llamar central en que un inspector, Ding Gou'er, es enviado a unas minas en una provincia apartada de la China para investigar la acusación de que allí existe la práctica de cocinar y comer niños pequeños.

Aunque aparentemente realista en sus inicios, el relato se transforma rápidamente en uno mordazmente crítico y paródico en forma y en tono. El director de la mina y el secretario del partido, ambos funcionarios de la mina, parecen calcos de los inspectores Hernández y Fernández en la serie de Tintín o -mejor- de Twiddle-dum y Twiddle-dee en "Alicia en el país de las maravillas". Prodigiosamente parecidos, se espejean en sus comentarios y parecen -ambos- decididos a humillar a Ding, emborrachándolo antes de que haga su aparición el siniestro "Diamond Jin", director del Departamento de Propaganda del Comité Municipal del Partido en Licorlandia, la región donde está enclavada la mina y que describe muy bien la afición principal de sus habitantes.

Esa trama sigue por los derroteros impredecibles de lo onírico, con transformaciones y deformaciones continuas de la realidad. Se insertan en el texto numerosos cuentos que le envía un escritor joven, Li Yidou, al mismo Mo Yan, pidiéndole que se los recomiende a los editores -igualmente gemelos- de la revista literaria oficial "Citizen's...

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