A ciegas los vecinos

Por Aurora Rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

En terrenos colindantes con la planta viven varias familias, y hay un predio de la Autoridad de Tierras arrendado para la crianza de ganado lechero. Ni la mayoría de los residentes, ni el ganadero dueño de los animales han sido orientados por personal del Departamento de Salud, la Junta de Calidad Ambiental (JCA) o la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) con relación al peligro que representa el plomo para la salud.

Solo los esposos Tony Guzmán y Áurea Miranda fueron visitados por empleados de la JCA hace poco menos de un año, cuando les solicitaron permiso para inspeccionar su casa y colocar sobre ella una estación de monitoreo de aire.

"Les pregunté de qué era esa fábrica. Le dije que en ocasiones hemos visto un humo que tiran. Nos dijeron que cuando el humo que sale de ahí es blanco no es peligroso, pero que cuando sale oscuro es que tenemos que tener mucha precaución", narró Miranda, quien vive allí hace 20 años.

"Aquí hay días que de noche no hay quién esté", apuntó su esposo. "Casi siempre la operación grande es de noche y llegas aquí y parece que estás en una de las montañas del centro (de la Isla) de tan blanco que está el área. Es como una neblina blanca, casi todos los días, y dura hasta la madrugada", detalló. Miranda explicó que por varios meses la norma fue ver humo oscuro.

Pero estas agencias no han orientado ni evaluado a los demás residentes.

Los funcionarios gubernamentales tampoco han visitado a comerciantes del área como Raúl Díaz, quien hace más de 10 años opera Raulo's Hot Dog a orillas de la PR-2, frente a la fábrica.

Ni él ni su hijo -ahora dueño del negocio-...

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