CINEMA TROPICAL

por Luis R. trelles.Especial El Nuevo Día

fotos por juan ángel alicea mercado

El año era el 1895, el lugar el Grand Café de París y los proyeccionistas Louise y Auguste Lumière, quienes no solo habían inventado el cinematógrafo, sino que habían filmado las primeras películas y con ellas iniciaban esa comunión entre espectadores, oscuridad e imágenes que aún se celebra en el cine más cercano.

Flash forward: más de 100 años después. Las pantallas en esta mañana de enero en el Viejo San Juan están por todas partes y, si quisiera, yo también podría sacar mi celular en medio de la Plaza Colón para ver el último video viral en Facebook. A estas alturas resulta difícil entender el encanto que sintieron los que vieron el cine por primera vez.

Estoy esperando a Rose Marie Bernier, una urbanista que se tomó una década en completar su tesis en la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico. Rose, una mujer rubia y corpulenta, cuya complexión rojiza la hace ver perpetuamente ruborizada, llega a la plaza con una chaqueta de mahón y una pashmina arrugada alrededor del cuello que le da un aire de cineasta francesa.

En seguida reune a un grupo de cinco personas que me incluye a mí para tomar los recorridos que regularmente ofrece de los cines históricos en el Viejo San Juan, el tema de su investigación de maestría. Ya había conocido a dos de ellos, una pareja jubilada de Bayamón se me había acercado para decirme que tomaban cada tour que encontraban, pues son "como una clase, pero corta".

Entonces empieza la función. "El cine en un principio era un espectáculo de circo", le dice Rose al grupo. "Esta es una ruta de espectáculos que adquirió una nueva tecnología". El entusiasmo con que habla es tan grande, que no tardo en darme cuenta de porqué estuvo 10 años haciendo la investigación de su maestría: Rose es una obsesa del cine y la ciudad. Esta es la historia de su pasión y también la de un Viejo San Juan embriagado con los sueños que solo la oscuridad de un cine hace posibles.

La primera proyección de los Lumière marcó el inicio de un arte y también dio paso a una industria mundial propagada por proyeccionistas itinerantes.

"En Puerto Rico se pensaba que la primera proyección había sido en el 1901, luego de la llegada de los americanos", dice Rose. "Pero ahora sabemos que en el 1897, un hombre llamado Luis Pío hizo una serie de proyecciones en el Teatro Tapia, en Ponce y en Mayagüez".

Al hablar, las décadas parecen escurrirse...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR