Ciudad mística

India

Según los arqueólogos la ciudad tiene más de 3,000 años de antigüedad y fue un centro religioso dedicado a Suriá, el dios del Sol. Para los seguidores del hinduismo, morir aquí libera del ciclo de reencarnaciones y bañarse en las aguas sagradas del Ganges (pese a la altísima contaminación) purifica a los hombres de todos sus pecados.

De ese modo, muchos enfermos y ancianos deciden pasar aquí sus últimos días en residencias ubicadas a lo largo del río donde empieza y culmina la vida. Geográficamente hablando, el Ganges es uno de los grandes ríos del subcontinente indio con una extensión de más de 2,500 kilómetros. El río nace en el Himalaya occidental y hacia el este atravesando la llanura del Ganges hasta Bangladés.

Nuestra llegada a Varanasi -una de las siete ciudades sagradas de India- fue por tierra, procedentes del vecino Nepal. Habíamos viajado diez horas para hacer los 260 kilómetros que separan Katmandú de Bairahawa, una pequeña localidad ubicada a tres kilómetros de la frontera entre India y Nepal.

Al otro día llovía a cántaros, tomamos un jeep y, entre camiones, barro y animales, pisamos India por primera vez. El entorno era un poco caótico, pero el oficial de migraciones lo primero que dijo al ver mi pasaporte fue "nice picture" (linda foto). En ese momento supe que los indios me caerían bien.

Hecho el trámite, tomamos un bus y en tres horas estábamos en Gorakpur mientras nos íbamos acostumbrando a las penetrantes y curiosas miradas hindúes. Allí (entre más barro y animales) tomamos el último bus que nos llevó a Varanasi.

Éramos los únicos forasteros y el micro iba llenísimo con gente de pie. Las ocho horas de viaje se hicieron muy largas, no por la distancia sino por los obstáculos típicos de las rutas de India: animales, carros, gente y bicicletas por todos lados.

Varanasi puede resultar desconcertante (y desagradable para la vista y el olfato) para el viajero occidental y para aquel que la visita por primera vez, por ello muchos recomiendan dejarla para el final del viaje.

Pero también es mágica y atrapante y se puede hacer lo contrario, zambullirse de lleno en uno de los lugares más emblemáticos de la cultura hindú. Luego del shock inicial quizás le cueste algunos días aclimatarse a un lugar tan cargado de energía.

En primer lugar, sus calles semejan un gran zoológico de autos, 'rickshaws' (taxis-bicicleta), 'autorickshaw' (moto-taxi), camiones, carros a caballo, vacas sagradas, monos, cerdos, perros, gente y excrementos...

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