Una ciudad de extremos

EE.UU.

Por Charly Wilder

Llamémoslo el gran democratizador: es difícil encontrar a un residente de Baltimore que no disfrute blandiendo el mazo. L. P. Steamers (#1100 East Fort Ave.; 410-576-9294; lpsteamers.com) es un restaurante de cangrejos a cargo de un purista. Aquí los meseros dejan caer sobre papel marrón cubetas de cangrejos frescos cocidos al vapor y bañados en Old Bay para que los comensales golpeen, rompan, abran, descascaren y chupen la suave carne blanca. Para dos personas debe bastar con una docena de cangrejos medianos ($ 50) y una jarra de National Bohemian (conocida como Natty Boh, $ 9), la bebida clásica de Baltimore. Agarra una mesa en la cubierta superior del restaurante y toma sol en la terraza desde donde se divisa una de las mejores vistas de Baltimore.

Varios distritos de arte han brotado en Baltimore durante la última década. El más exitoso ha sido Station North (www.stationnorth.org), el área céntrica habitada por artistas, actores y estudiantes (y gente que dejó de estudiar) de los vecinos Colegio de Artes Instituto Maryland y la Universidad de Baltimore. Durante el último año, un proyecto llamado Open Walls (openwallsbaltimore.com) ha comisionado obras a más de 20 artistas callejeros cuyos murales animan la endeble elegancia del vecindario. Puedes asistir a una exposición de arte, escuchar ritmos locales o ver una película en la Galería Metro (#1700 North Charles St.; 410-244-0899; themetrogallery.net) o en Windup Space (#12 West North Ave.; 410-244-8855; thewindupspace.com).

No obstante, en lo que respecta a la vida nocturna, lo mejor de Baltimore son los tugurios. Tal vez no haya nada mejor que Club Charles (1724 North Charles St.; 410-727-8815), un sitio chico, mugriento y seudoartístico que cuenta con una magistral rocola y clientes regulares como Dan Deacon, cabecilla del electropop.

Desayuna en Pete's Grille (#3130 Greenmount Ave.; 410-467-7698), un comedor muy modesto situado en un vecindario en estado de abandono salpicado de licorerías, restaurantes de comida china para llevar y la ocasional casa de pensión. Policías, trabajadores del puerto, estudiantes y profesionales se acercan a la barra, mientras que meseras de carrera intercambian ironías con los clientes regulares (que a veces incluyen al medallista olímpico Michael Phelps) y pasan platos con huevos fritos, papas fritas caseras y panqueques de arándano calificados como los mejores de la ciudad (el desayuno para dos vale 15 dólares).

La gente con...

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