Cobardocracia

Manolo Núñez Negrón

Pero siempre pasa lo mismo y aquí nadie tiene el valor de dar la cara a la hora de defender sus decisiones: aparece Mengano, nombrado y protegido por Perencejo, pone patas arriba la casa, tira por la ventana los muebles, tapa los baños y luego se despide risueño, liquida vacaciones y beneficios marginales, y las reclamaciones que las tramite el tribunal, buenas noches, gracias.

Y es que, salvo contadas y muy honrosas excepciones, los políticos no reconocen jamás una falla, un error, un traspié. Y ello se debe, me parece, a que, en el fondo, tienen clara conciencia de su ineptitud, de sus incontables chapuzas en materia de economía, administración, salud, vivienda, educación, y es mucho más fácil que otro cargue con el muerto.

De manera que, a la falta de previsión y sentido común, hay que añadir la ausencia de coraje y honradez. Los que mandan no quieren dar explicaciones, y cuando las dan, los oyes cómo tratan de justificar lo injustificable...

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