¿Codependiente yo" ¡NO PUEDE SER!

Por Abhi Samadhi

Especial El Nuevo Día

Aquella patada verbal que me expulsó del único paraíso que conocía en ese momento -un conjunto de relaciones interpersonales que me daban sentido de hogar, pertenencia y seguridad- provocó dos aterrizajes forzosos.

El primero fue una llamada de auxilio a una amiga -a cuyo grupo de apoyo había intentado regresar, pero las reuniones habían pausado- y quien, tras descifrar los sollozos y las sopladas de mocos al otro lado del teléfono, concluyó naturalmente:

-Me parece que atraviesas una crisis.

Me dejó con media lágrima colgando de un ojo. Un silencio después, aspiré y exhalé más alivada. Aunque me había dicho lo mismo, en sus palabras percibía una honestidad sin reclamos de que tuviese que cambiar algo de mí.

En el segundo aterrizaje, caí sentada en el terapista, a quien conté el doloroso relato justificando la acción de la persona que yo sentía me había herido.

Levantó las cejas en gesto de incredulidad al cual respondí abriendo los ojos, como si hubiese dicho algo equivocado.

No dijo nada, pero escribió en su pizarra blanca: c-o-d-e-p-e-n-d-e-n-c-i-a.

Exhalé frustración. Dejé caer la cabeza sobre el espaldar del sillón y me planté la mano en la frente, en un gesto sobredramático de desgracia.

-Pero, ¿cómo es posible? ¡Si son personas buenas! ¡Daría la vida por ellos!

-Precisamente- el terapista volvió a señalar la pizarra.

Acababa de romper un mal hábito. Lo que leía en la pizarra significaba empezar otra vez. La película de un demoledor episodio de codependencia que había vivido con un chico problemático 12 años atrás comenzó a rodar en mi cabeza. Recordé que había trabajado intensamente durante al menos dos años para escalar aquel foso enfangado. Ahora, ese proceso que había dejado a mitad - porque tratar de sanarse una misma a los 20 años requiere de una fortaleza formidable que costaba mucho empeñar- regresaba para reclamarme término.

¿Podía uno engancharse de un grupo de personas de la misma forma en que ocurre con un familiar o una pareja? ¿Cómo se rompe ese hábito?

El terapista me respondió con el título Love is a Choice, de los autores Hemfelt, Minirth y Meier (¡el cual no recomiendo trabajar sin supervisión!). Acepté la tarea de derribar esa práctica inconsciente que me regalaba infelicidad.

El viaje había comenzado.

Tras sanar el episodio anterior, había olvidado el paso más importante: estar atenta a las señales y mantenerme conectada a mis sentimientos y necesidades. Pero, como una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR