Colonia sin anclas

ROBERTO ALEJANDRO

PROFESOR DE TEORÍA POLÍTICA DE LA UNIVERSIDAD DE MASSACHUSETTS, AMHERST

La fragmentación nos define. Esto quiere decir que fuimos un país postmoderno antes de la postmodernidad. Nunca hubo palabras, eventos o figuras clave que pudieran inspirar algo trascendente. Ni "nación" ni "independencia" ni "derechos" y ni siquiera hablar de "revolución".

Cuando César Andreu Iglesias proclamó a Albizu la conciencia de los puertorriqueños erraba malamente. Esa conciencia, me parece, nunca ha existido. O mejor dicho: ha existido en otra dimensión.

Sucede que nuestros ejes unificadores han sido otros: la música, algunos cantantes y algunas figuras deportivas. También tenemos tragedias colectivas: la muerte de Roberto Clemente, la derrota de Wilfredo Gómez, aunque no hay duda de que el mensaje de Romero antes de la pelea fue un maleficio, y la experiencia de alguno que otro huracán. Nada de esto prevalece a largo plazo.

Carecemos de anclas y pasado épico, y ambas ausencias parecen traumáticas. La psiquis colectiva tiende a identificarse con el pelotero que jonronea en las Grandes Ligas y con el boxeador que puede dejar inconsciente a su oponente. Ellos, quizás, proyectan el poder que como colectividad nunca hemos tenido. Esa celebración genuina, urgente y efímera en recibir a nuestros deportistas es la reacción casi instintiva de buscar héroes cívicos, héroes que luego se desvanecen en el...

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