Degradación colonial

JUAN DALMAU RAMÍREZ

SECRETARIO GENERAL DEL PARTIDO INDEPENDENTISTA PUERTORRIQUEÑO

Este momento crítico debe llevarnos a la reflexión y también a señalar culpas para no repetir los mismos errores. Es momento para señalar responsabilidades. Lo contrario sería una irresponsabilidad.

La crisis fue anticipada y pudo evitarse. Históricamente, el PIP ha señalado las trampas fiscales que acechaban la economía de Puerto Rico. Don Gilberto Concepción de Gracia en la década de 1950 señaló las limitaciones del modelo de Fomento Industrial y la encerrona colonial dentro del mercado norteamericano.

El planteamiento fue retomado por economistas en las décadas del 60 y del 70. Advirtieron que no fortalecr la participación del capital local en la inversión y no fomentar el ahorro traería como consecuencia una crisis fiscal. Indicaron que, de continuar la tendencia de importar fondos externos, el pago de su costo al exterior crecería más que la economía y más que su capacidad para generar ahorros internamente.

En 1987, cuando el gobierno de Rafael Hernández Colón aprobó una reforma fiscal, advertimos que de no imponerse una contribución mínima del 10% al ingreso de fomento industrial, llegaría el momento en que pagar el endeudamiento sería incompatible con un presupuesto creciente y balanceado. La reforma fiscal de ese año limitó los recaudos.

En todas esas ocasiones, los gobiernos de turno alegaban que la crisis denunciada era irreal porque el Tesoro federal siempre ofrecería ayudas, que los bancos siempre obtendrían financiamiento barato en el mercado norteamericano y que los inversionistas americanos siempre invertirían en Puerto Rico.

Pero con el transcurso del tiempo, otras economías vecinas se volvieron más competitivas y lograron igual acceso al mercado norteamericano. El desempleo en Puerto Rico nunca se redujo a menos del 10%, el Tesoro federal se cansó de que los privilegios bajo la Sección 936 no se tradujesen en mayor crecimiento de la economía de Puerto Rico, y llegamos a la encerrona colonial, sin poderes, recurriendo cada vez más al endeudamiento en sustitución de la inversión privada.

La crisis de la degradación del crédito no es un castigo divino. Es el resultado de décadas de incompetencia popular y penepé. ¿Por qué ahora no...

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