Color

Sofía Irene Cardona

Los jefes de agencia son muy cuidadosos y alertan a sus empleados. Mucho ojo, que nos multan. Así pues, en los pasillos de la Universidad, parece que estamos de luto.

Ni rojo, ni azul, ni verde, ni violeta, que ya pronto son las elecciones. Que no parezca esto político, que a nadie se le ocurra que los partidos aquí mandan, ordenan, planifican, deciden algo. Garanticemos la democracia, garanticemos la equidad.

El artista se desespera y pregunta. Se le contesta: pero bueno, tal vez un color ladrillo, un lila suave, un verde oliva. ¿Qué le parece el amarillo?

No podemos arriesgarnos. En la pared, los enlutados papeles anuncian conferencias y cursillos en blanco y negro. Los artistas improvisan diseños en distintos tonos, con rayas, texturas y juegos con la tipografía, para espantar el espectro de la esquela. Parecería que temen algo. No está claro dónde nos condenan a este tiempo descolorido, pero nos vamos de grises, por si acaso.

La pizarra enlutada nos recuerda los catastróficos efectos del partidismo: cómo ha afectado por décadas las decisiones más importantes de la vida civil. Si fueran la sensatez, la...

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