Combate de risas

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Aunque resulte ser un premio de consolación para cinéfilos mucho más exigentes, el filme logra evitar que la memoria de lo que hicieron estos actores en Rocky y en Raging Bull, respectivamente, no sea destruida con algo completamente vergonzoso. Aún así, no se puede negar que la única creatividad del filme reside en tener a Stallone y a De Niro en los roles protagónicos.

La rivalidad titular del filme es entre Henry "Razor" Sharp (Stallone) y Billy "The Kid" McDonnen (De Niro). Las primeras secuencias de la película nos resumen rápidamente los choques profesionales entre estos dos boxeadores. La primera pelea fue ganada por McDonnen por decisión de los jueces, mientras que la segunda culminó cuando Razor derrumbo a su contrincante con un "knock out". Según la linea dramática del guión, un tercer encuentro hubiera sido todo un evento, pero la pelea nunca se da. Sin ningún tipo de explicación Razor decide retirarse. La trama da un brinco dos décadas más tarde. Razor se esta ganando la vida trabajando en construcción, y McDonnen ahora se dedica a vender carros. A pesar de que llevan años sin enfrentarse, la posibilidad de una tercera pelea se convierte en una posibilidad cuando una trifulca durante la grabación de un vídeo juego se convierte en uno de los vídeos más vistos en You Tube. Aunque para el resto del mundo este reencuentro entre estos dos boxeadores es un ejercicio morboso de poder ver a "dos viejos peleando", para los protagonistas esto se convierte en una oportunidad para reparar los huecos de sus vidas personales.

Con la trama en piloto automático lo único que sostiene la chispa cómica del filme es la forma en que Stallone y De Niro trabajan sus personajes. Sylvester Stallone nunca ha...

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