EN COMPLETA AFINA CIÓN

Por José R. Pagán. jpagan@elnuevodia.com

Foto Ángel M. Rivera

Si entre los violinistas más grandes en la historia están el italiano Niccolo Paganini -quien empezó a tocar violín a los siete años- y el israelí Itzhak Perlman -quien debutó a los 18-, pues se hace relevante mencionar que este joven boricua nació prácticamente con el instrumento en las manos. Les lleva la delantera.

"Un vecino violinista fue un día a casa y tocó una pieza. Cuentan mis padres que lo escuché muy atento y que desde ese momento me antojé de un violín. Tenía sólo dos años", relata.

Si la escena musical tiene hoy en Francisco a una gran promesa es en parte gracias a sus padres, quienes no dudaron en complacerlo. Su formación educativa musical inició de inmediato y comenzaron a verse los resultados.

"El violín representa gran parte de mi vida", dice muy convencido este joven de voz fuerte, ojos expresivos y muy gestual. "Lo he tenido a mi lado toda la vida. Todo músico tiene que estar enamorado de la música y su instrumento y no soy la excepción. Hoy día se hace música en computadora, pero no tiene la misma emoción. Cuando se hace en directo es más humano, más emocionante".

Este instrumento perteneciente a la familia de las cuerdas, que Francisco describe como "un rompecabezas de madera" por el modo en que está ensamblado, deja huellas cada día en su entorno y hasta en su cuerpo. Un callo sobre la clavícula izquierda y otro muy cerca de la yugular -justo en los puntos cercanos al cuello donde descansa el violín al ser ejecutado- delatan la frecuencia con la que este riopedrense de 23 años trabaja con su instrumento.

"Toco todas las semanas en Bellas Artes (Santurce). De lunes a...

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