Conocer la libertad y perderla

Por Juanma Fernández-París

ESPECIAL EL NUEVO DÍA

Usualmente cuando un espectador se enfrenta ante algo horroroso en pantalla, la forma más fácil de escapar su impacto es recurrir a la racionalización de que lo que se está presenciando no es real. Con este filme no hay esa posibilidad. El guión de 12 Years a Slave es la adaptación del recuento verídico de Solomon Northup, un hombre negro libre y destacado que ve como su vida en Nueva York junto a su familia se convierte en una memoria lejana cuando es drogado y llevado al sur para ser vendido como esclavo bajo una falsa identidad.

Aunque el tema de la esclavitud se ha tocado en otros filmes, el tener a un protagonista que sabe lo que es la libertad para luego perderla abre el espectro emocional de la historia. El ingenio de la película radica en que no se presenta como una lección histórica o moral. El espectador vive y sufre de forma visceral todos los horrores que presencia el protagonista una vez cae bajo las cadenas de la esclavitud. Esto funciona por la madurez de la dirección de McQueen -quien en sus otros filmes, siempre opta por llamar la atención a sus destrezas con el medio- y por el poder irrefutable de la actuación de Chiwetel Ejiofor (2012, Kinky Boots, Amistad). La interpretación del actor tiene el poder de las mejores actuaciones silentes. Sin apoyarse de ningún panfleto, el actor le da al público un vistazo constante a su monólogo interior con sus ojos y con los momentos en que su personaje literalmente tiene que hacer cualquier cosa para poder sobrevivir.

La riqueza dramática de este filme es tanta, que Ejiofor no es el único actor que tiene la oportunidad de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR