La Constitución resucitada

PUNTO de vistaLa Constitución del Estado Libre Asociado (ELA) de Puerto Rico nació en 1952 bajo un signo maldito. No es, contrario a las demás constituciones del mundo, la ley suprema, pues decisiones suyas pueden ser revisables por las cortes federales de EE.UU. Necesitó, para entrar en vigor, que la aprobara el Congreso de aquel país, que se tomó la libertad hasta de tacharle con "liquid paper" toda una sección que le parecía muy liberal para el gusto de ellos.EE.UU. ha pisoteado esa constitución como le ha dado gusto y gana. Desde siempre permitió, por ejemplo, que los federales interceptaran conversaciones telefónicas, lo cual la Constitución del ELA prohíbe en la Sección 10 de su Carta de Derechos. Más adelante, se empeñó en aplicar aquí la pena de muerte, cosa bárbara que allá hacen por relajar, pero que aquí abolimos en el 1917 y que por si quedaba duda lo pusimos en la Sección 7 de la misma Carta de Derechos.Los boricuas, que sabemos defendernos de estas cosas mejor de lo que a menudo reconocemos nosotros mismos, nos hemos negado a consentir en el primitivo ojo por ojo y diente por diente cada vez que tribunales federales han querido mancharnos las manos con sangre humana.El último y más grave ultraje de EE.UU. a la Constitución fue la aprobación de Promesa y la Junta de Supervisión Fiscal, que, entre muchas otras, pisoteó las disposiciones constitucionales sobre cómo se confeccionan presupuestos, quitándole dicha facultad a la Legislatura y apropiándosela ellos. Igual, convirtió al gobernador electo en alguien cuyo jefe no es el pueblo, sino la Junta.Acá no nos quedamos tampoco cortos metiéndole puñaladas a la Constitución. Las principales fueron los años que estuvimos aprobando presupuestos descuadrados. También la ultrajamos cuando, por medio de subterfugios, tecnicismos y hasta fraude, violentamos sus límites prestatarios, cosa que nos trajo a la desgraciada situación de bancarrota, encono y frustración en que llevamos viviendo ya más de diez años.Sorpresa, pues, y agradable, de paso, que esa Constitución pisoteada, vilipendiada, apuñalada, mancillada, ultrajada, tanto por EE.UU. como por los gobiernos boricuas que se suponía que la protegieran como a una piedra preciosa, resucitara desde la tumba del desprecio para darnos orden en el momento más crítico de nuestra historia.Uno puede imaginarse a la Constitución saliendo como un zombie desde la tumba donde la habían enterrado, caminando con pasos lentos y torpes por un terreno...

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