La construcción de un país

COQUI SANTALIZ

ESCRITORA

Somos una isla y estamos demasiado conectados, nada escapa a la intimidad cantaletera que nos obliga a conocer cada pormenor de lo que sucede, y si es un crimen casi sentimos la sangre. Es ley del cosmos que cuando lo positivo sube, lo negativo chispea.

Mientras, una sociedad se esfuerza en buscarse el pan y en resolver problemas. Pongámonos las gríngolas del hacer -sin distracciones- para que la energía del granito de arena se multiplique y transforme. De alguna manera inconsciente se busca que la sociedad se decepcione. Un patrón típico del colonizado que esconde la piedra y se autodestruye porque no se atreve a defender lo suyo. Bien en el fondo, como muchos esclavos y personas maltratadas, no quieren salir del hoyo.

Esto proviene de una profunda desvalorización que mueve a la inseguridad, a no hablar directamente, a la indecisión, al miedo, a emociones ignoradas, a tomar las cosas por el lado personal, a proyectar en los demás lo que está mal en nosotros. Cometes un error y te conviertes en ese error por el resto de tu vida. Y no encuentras nada bueno en los que no son tus cuates partidistas. Me excluyo de ti porque no preciso los modos para amarme a mí mismo. Si me das una falta personal, he de matarte porque me tocaste ese botón, esa intrínseca soledad de lo que no soy. Y si te dejo vivo, estoy muerto porque me miraste la herida.

La ausencia de salud mental es el perfil de un colonizado durante siglos. Suena "passé" referirse al colonizado, pero es así, no hay otra. Indudablemente que vamos a salir, estamos saliendo (por encima de nosotros mismos) y nos vamos descolonizando en aquellos puntos que dependen de nosotros, como la fuerza interior y el empuje. Tal vez soñamos, pero es preferible soñar que claudicar. La rabia acumulada: una gran oscuridad que influye increíblemente en nuestras reacciones. Un joven a quien -por no recibir amor- no le han enseñado a expresar, a dirigir (sin desquitarse con los otros), a canalizar y soltar su coraje, lo carga apretadamente, y con facilidad agarra un arma y mata a quien le dé la gana. Y lo más triste: no siente nada.

Necesitamos de una sociedad que actúe y esté dispuesta al sacrificio, como cualquier nación. Obviamente, hay mucho trabajo: organizar, concertar y recoger con coherencia lo que se va haciendo. Una cosa es señalar un problema y otra remacharlo para desacreditar. Ampliemos la mirada para recoger ideas de algunos países que han rescatado sus economías. Y no...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR