CONVULSA EL BOLSHÓI

POR TATIANA PÉREZ RIVERA

Mal comenzó el 2013 para su director artístico, el exbailarín de 42 años Sergei Filin, quien sufrió quemaduras de tercer grado luego que un enmascarado le arrojara ácido en el rostro cuando llegaba a su apartamento en Moscú.

Las cirugías en su faz y cabeza han sido múltiples, amén de otras visitas más al quirófano para salvar su vista. Hasta ahora el tratamiento brindado en Alemania ha arrojado buenos resultados.

Igual las investigaciones de la fuerza policiaca en Moscú. Luego de meses de lanzar dardos verbales contra posibles autores intelectuales -principalmente contra la estrella del Bolshói, Nikolay Tsiskaridze, quien la administración asegura ambiciona el puesto de Filin-, saber la identidad del cerebro de la afrenta que ha rebasado todos los límites de las pugnas entre bailarines de ballet fue una sorpresa.

Esta semana fue encarcelado Pavel Dmitrichenko, solista de 29 años del Bolshói, integrante de una familia de bailarines de ballet y quien hace poco había encarnado Iván el Terrible, ballet inspirado en el despótico zar ruso con música de Prokofiev. Lo delataron dos hombres arrestados: el chofer Andrei Lipatov y Yuri Zarutsky, el enmascarado que lanzó el ácido a cambio de 50 mil rublos (cerca de $1,600) provenientes del bolsillo de Dmitrichenko.

En las declaraciones policiacas se indicó que el ataque responde a "animosidad personal vinculada al trabajo". Se menciona como posible causa los alegados malos tratos del director a Anzhelina Vorontsova, la novia del bailarín, también solista de la compañía desde el 2009 y bajo la tutela de Tsiskaridze.

Convulsa el Bolshói con sus más de dos siglos de historia y sus 3,500 empleados.

"Simplemente no lo pude creer, pensé qué mucho rencor y rabia tenía esta persona para hacer algo así, para establecer este precedente", opina Carlos Cabrera, director artístico de Ballet Concierto de Puerto Rico.

Las prácticas de sabotaje extremas en el ballet se han convertido en cuentos legendarios. Cada bailarín ha escuchado uno, aunque nunca lo haya constatado o leído en algún medio. Vidrio dentro de las zapatillas para dañar los dedos, aceite o pega en las puntas para que resbale en escena, vestuarios rotos... Y borre de su mente que es un asunto exclusivo de mujeres. La reacción desacertada a la presión no tiene género.

"Fue un acto de terrorismo artístico", opina, de otra parte, el primer bailarín de Ballets de San Juan, Andy Machín, "algo inaceptable y maquiavélico".

De la...

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