Corren peligro los pacientes renales

Un hombre de 62 años falleció el sábado, aparentemente, tras no recibir la diálisis que urgía.

“No se había dializado desde antes del huracán (María)”, indicó su hijo, Miguel Hernández.

Su padre, dijo, se hospedaba en un hogar de ancianos, de donde fue desalojado antes de la tormenta a un lugar que sus familiares desconocían.

Fue el viernes cuando Hernández recibió una llamada de un hospital de Arecibo indicándole que su padre estaba “malito”.

“Nos dijeron que estaba entubado. Esa noche no pudimos ir porque no teníamos gasolina. Cuando fuimos al otro día, el médico de (Sala de) Emergencias nos dijo que había muerto. Le dio un paro respiratorio y lo revivieron, pero luego le dio un fallo renal porque no se dializó”, dijo.

Hernández sospecha que las dificultades de comunicación, de conseguir gasolina y de transportación pudieron contribuir a que su padre no recibiera su diálisis.

Agregó que en el hospital donde su padre murió le informaron que unos 18 pacientes de diálisis habían muerto por falta de este tratamiento los días inmediatamente después del huracán.

“Solo espero que las familias puedan movilizarse para llevar a sus familiares a tratamiento de diálisis (si lo necesitan)”, dijo.

Mientras tanto, llevar a su esposa, Luz María Ramos Pagán, al tratamiento de diálisis que necesita se ha convertido en un proceso de gran ansiedad para el camuyano José Valentín. Esto, ante el reto de estar horas en una fila para conseguir gasolina y moverse hasta el centro de diálisis en Arecibo, además de la inquietud de que el agua que se necesita para el tratamiento alcance para su esposa y los demás pacientes que lo necesitan.

El centro de diálisis donde su esposa se atiende está recibiendo pacientes de otros municipios, cuyas instituciones no han podido operar tras el huracán. Para poder atenderlos a todos, se redujo la cantidad de horas de diálisis que le dan a cada paciente.

“Nosotros estamos muy contentos con esa decisión (de que acepten más pacientes) porque no podemos dejar que se mueran por falta de tratamiento”, dijo Valentín.

Explicó que ser un paciente de diálisis o ser familiar de una persona que requiere este tratamiento crea ansiedad, pero la escasez de agua ha triplicado esos niveles de angustia y preocupación.

“Esto es un cambio diametral”, dijo Valentín, al explicar que hasta el proceso para limpiar la herida por la que su esposa recibe el tratamiento es más complejo por las limitaciones de agua.

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