Crecen sin infancia

Por Iliana Fuentes Lugo

iliana.fuentes@elnuevodia.com

Nota de la editora: Primera de una serie especial de Puerto Rico Dialoga sobre los niños que viven en barrios con rencillas.

Esos tiempos pasaron hace unos años, según cuentan. Ahora, cuando escuchan un petardo, se tiran al suelo o salen despavoridos a la primera casa que esté abierta -aunque no sea la suya- porque piensan que son disparos.

"El día de Halloween uno no se puede disfrazar, y a uno (otro niño de la comunidad) lo confundieron y tirotearon", lamenta Texy, la mayor de una decena de niños que junto a sus madres accedieron a hablar con El Nuevo Día sin que se publicaran sus apellidos.

Estos menores no distinguen entre el sonido de petardos y disparos, y hasta se echan a llorar en cuanto escuchan un ruido fuerte porque piensan que algún conocido puede estar herido o muerto.

"Sabemos que son niños que no están teniendo la experiencia de ser niños. Sus papás y sus mamás, en el afán de protegerlos, los están aislando, pero queremos niños que puedan pasear por las calles y correr bicicleta", afirma Alana Feldman, directora de Taller Salud, una organización dirigida a las mujeres y que tiene programas de prevención de violencia para menores de 6 a 17 años.

Los pocos que salen a jugar al aire libre y, de estos, aquellos que se atreven a bajar a los columpios o a la cancha encuentran en "los muchachos" la protección que necesitan. Se trata de jóvenes del vecindario que tienen entre 15 y 25 años y que están relacionados con los puntos de droga.

"Misi, es verdad que vienen los maleantes y (los muchachos) nos dicen que subamos bien rápido, por si acaso vienen (sus enemigos)", cuenta un poco alterado Ian, de 9 años.

"Ellos no quieren que nosotros cojamos una bala. En vez de que la cojamos nosotros, que la cojan ellos, ellos dicen", abunda Jorge, quien tiene 11 años y estuvo presente cuando mataron a su padrastro hace un mes, durante la última masacre ocurrida en el sector. "Los muchachos son amigos, nos cuidan", asegura.

Este panorama no es exclusivo del residencial Yuquiyú. Es el pan de cada día en muchas comunidades en toda la Isla. "Un 75 u 80 por ciento de nuestros niños vive...

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