Un crimen con mil testigos

Uno mira por una ventana y está Ricardo Llerandi, como en los regímenes de partido único, amenazando a empleados públicos que no cooperen con la campaña del Partido Nuevo Progresista (PNP). Por la otra, está Sandra Torres, presidenta del Negociado de Telecomunicaciones, imputada bajo juramento de obligar a un empleado a venderles taquillas de $1,500 a los directivos de las empresas que esa misma agencia regula.Más arriba, está el FBI husmeando en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), en el cual actuaba como si fuera su comarca, aunque nunca fue allí ni guardia de seguridad, José Jerón Muñiz Lasalle, personaje bien conectado que después se hizo superintendente del Capitolio, donde siguió repartiendo contratos a, entre otras, dos empresas fundadas por extranjeros y que no tienen sede ni personal en Puerto Rico, según corroboró este periódico.Y más abajo, nos da en la cara como un golpe de agua inesperado, la revelación de que, con tanta dificultad que pasan nuestros jóvenes para abrirse paso en nuestro complicado mundo laboral, dos hijas de la gobernadora Wanda Vázquez y un hijo de la secretaria de la Gobernación, Zoé Laboy, lograron empleos y contratos muy bien pagos mientras sus progenitoras eran personas de alto nivel en los ámbitos ejecutivo y legislativo.Esas cosas pasaron todas la semana pasada, en unos cuantos días. Caían como piedras que se iban acumulando unas sobre otras. Fue apenas unos días después de que un legislador tuviera que renunciar por autorizar el despido de una empleada por no querer vender $40 de una rifa política. Nos producían todas estas noticias una sensación de asfixia, por la dolorosa certeza de que el país está siendo objeto de un saqueo salvaje.Esas revelaciones, cuando vienen así de golpe, una detrás de la otra, aceleran las pulsaciones de la gente. Se sentía en el aire de la isla una palpitación parecida a la que había en los días previos a las sacudidas de los 15 días que produjeron la caída de Ricardo Rosselló.Eran días también en que cada jornada nos sorprendía con una nueva y escandalosa revelación. La rabia fue acumulando hasta que, cuando salió el chat, prendió la mecha. No se sabe si habrá mecha esta vez, pero se siente ya el suave rumor como de burbujeo que se produce cuando hay agua a punto de hervir.Eso es lo que pasa cuando estas noticias no traen respuestas de las autoridades, cuando parece que cada cual anda por la libre, impune.Hay informes creíbles de que el FBI está...

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