El cuento de la colonia

EMILIO GUEDE

CINEASTA

La aplicación de colonia al ELA es un intento propagandístico para llevar a Puerto Rico a un status cuya dignidad, ciertamente, no cuestiono, pero que podría ser perjudicial en numerosos aspectos.

Las disquisiciones legalistas de uno y otro lado abruman y no convencen por su complejidad.

Lo que hay que ver, más que en las consideraciones jurídicas de si somos o no colonia, es lo que el pueblo ha vivido de primera mano en las últimas décadas, que han sido las autonomías política y fiscal. En la segunda, las posibilidades excepcionales de desarrollo -como en el caso de las 936- han sido saboteadas irresponsablemente con la falsa y fanática pretensión de que al hacerlo se contribuía a la estadidad. Es decir, no importaba dañar la economía de todos si con ello se iba a conseguir un cambio de status. Lo que era, al mismo tiempo, un mito y una aberración. Además, se ha estado amenazando con algo imposible: la pérdida de la ciudadanía americana.

El ELA, como diría Muñoz, es único, nada comparable a los sistemas de gobierno conocidos. Y esto, dicho por un patricio que respiró en su juventud aires de independencia y socialismo, pero que se educó en Estados Unidos e identificaba claramente sus virtudes, habla muy bien de su conveniencia. El ELA es producto de la única posición constructiva...

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