Cuestión de valores

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Pero además de tolerante con la corrupción, y cómplice de la misma, fue un mal gobierno, y no únicamente por los desatinos y descaros del gasoducto, sino también por los muchos penepés acusados de corrupción o conducta "fragantemente" antisocial o ilegal, léase el Chuchin y Rodríguez Traverzo, Rivera Guerra y Wiso, el alcalde de Cidra, Héctor Martínez y la joya de la corona, Jorge de Castro Font. Tuvieron el descaro de substituir al corrupto de Héctor Martínez con el fraudulento de Roger Iglesias. Según el gobernador Luis Fortuño, la enorme deuda pública -que continuó descontrolada a pesar de los despidos de la Ley 7 y una supuesta austeridad nunca aplicada a los suyos- habría que pagarla "paulatinamente". Ese mismo adverbio -"paulatinamente"- se lo pudo haber aplicado al rediseño del gobierno de Puerto Rico y su función como patrono -sin duda rediseño necesario- en vez de despedir sin compasión a 20,000 empleados públicos. En esto siguió más de cerca el consejo de su "gata persa", Marcos Rodríguez Ema, y el manual del buen republicano, que los valores que debió interiorizar de su formación en el Colegio Maristas. Decir que esa ley equivalía a "quitarse una curita" fue torpeza metafórica y suicidio político.

Pero donde más desafueros cometió el PNP fue en sus estilos de gobierno, léase el asalto a las instituciones como el Tribunal Supremo, la Universidad de Puerto Rico, la revisión de un código penal amañado para sofocar a la oposición. En esto el coprotagonista del descalabro gubernamental se llama Thomas Rivera Schatz; quiso cogobernar desde el Senado de Puerto Rico sin respeto alguno hacia las minorías; pretendió abusar impunemente. Quizás él no sea persona capaz de aprender este tipo de lección política; esperemos que su partido sí pueda.

Luis Muñoz Marín siempre sentenció que sus opositores políticos no eran sus enemigos. Así los concibió este presidente del Senado que ostenta un pitiyanquismo rústico, resentido y rencoroso.

Afortunadamente el pueblo puertorriqueño no sólo reconoció la urgencia moral de tumbar el presente gobierno, sino que ejerció su mejor entendimiento político al no propiciar un gobierno compartido con la Legislatura. Todavía somos incapaces de ponernos de acuerdo sobre nada cuando no compartimos una idea clara de nuestro porvenir. Quizás podríamos...

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