La cueva de Alí Babá

SILVERIO PÉREZ

HUMORISTA

¿Se ha preguntado alguien por qué la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se ha convertido en el foco de atención pública debido a los escándalos que de allí han salido?

Es por la misma razón que un granito de azúcar atrae a las hormigas. La AEE es un terroncito de azúcar económico que atrae las hormigas azules que tomaron muy en serio lo del banquete total al que llamó, previamente a las elecciones, el convicto senador del PNP Jorge de Castro Font.

La AEE tiene unos $ 4,500 millones en su presupuesto y esa cantidad es capaz de afilarle los colmillos a muchos de los que se han invitado a este banquete total.

Para que tengamos una idea de cuánto significa esa cantidad de dinero lo voy a poner ridículamente gráfico: a $ 50,000 al año, necesitaríamos 90 años para gastarlos. Ante un bizcocho tan grande, el partido en el poder -no dudo que en otras administraciones también haya podido suceder, pero con menor truculencia-, decide darle el cuchillo para cortarlo a sus incondicionales, a sus recaudadores, a los que puedan desviar algo para la campaña electoral, de la tajada que les toque en contratos.

Por eso los nombramientos a la Junta de Gobierno de la AEE no parecen responder a otra lógica que no sea la partidista.

Por eso el secretario del DACO, Luis Rivera Marín, hizo lo indecible para que Juan Rosario y Agustín Irizarry, los representantes elegidos por el pueblo, no llegaran a ser parte de esa junta, para que no vieran lo que allí se hace con los fondos públicos.

En este cuatrienio han pasado por la AEE cuatro directores ejecutivos. Miguel Cordero se creía un Santa Claus azul y repartía bonos de productividad a manos llenas. Claro, él también los recibía y llegaron a sumar $ 160,000. Cuando se le cuestionó si era justo ese gasto de dinero en bonificaciones en un país al borde de la quiebra, Cordero fue grabado diciendo: "¿Por qué me he de sacrificar yo?"

Luego de él vino Alberto Escudero, el breve. Ante acusaciones de morosidad y robo de luz tuvo que empacar las cosas e irse. Le siguió Otoniel Cruz quien cometió el error de...

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