La culpa es del diablo

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Me explico. Lo que me impresiona no es el relato de los que aseguran por experiencia propia que "no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir". Repito y avanzo: lo que produce repeluco no es el diablo, con perdón de su excelsa malignidad, sino la incapacidad creciente que tenemos los seres humanos para asumir responsablemente el mal inherente a lo que somos, el mal que hacemos.

Resulta que -San Pablo a los Gálatas a la inversa- no son ellos, sino es el diablo que vive en ellos el que golpea, viola, dispara, corta en pedazos, introduce en el baúl del carro, prende fuego y se da a la fuga. Es el diablo el que hizo cosas por el estilo ¡por unos racimos de plátanos! en una finca del barrio Ingenio de Yabucoa.

Pero lamentablemente lo que no saben nuestros endemoniados boricuas es que no cumplen con las características de los poseídos auténticos. Según la más estricta tradición los posesos hablan en lenguas desconocidas (los nuestros apenas logran expresarse correctamente en español); evidencian secretos escondidos (los nuestros exhiben motivos llanos, evidentes); demuestran fuerzas superiores a la propia condición (los nuestros eligen a víctimas más frágiles físicamente que ellos); y, por último, los auténticos sienten una aversión vehemente hacia las imágenes de la Virgen María, del crucifijo y de los santos (los nuestros son los reyes del blin-blin áureo, del tatuaje ultra-religioso o son adictos al agua bendita).

Claro que no se cumplen las condiciones de rigor, pero si argüimos que el demonio es el causante de los males que realizamos, el remedio consistirá en conseguirnos a un buen exorcista de fama indiscutible, conocedor del latín, que pueda enfrentarlo cara a cara. Así las cosas, el autor de mis fechorías es otro (el demonio) y, de paso, el responsable de mi liberación también sería otro (el exorcista). ¡La pasividad total! ¡El reino de este mundo!

No se quedará ahí el asunto. Que hay diablo para rato. En tiempo récord los endemoniados boricuas conseguirán a un abogado experto en triquiñuelas legales que liberan a los culpables de su innegable culpabilidad. Aun así, aunque consigan -y lo consiguen- reducir las condenas a un mínimo grosero, los endemoniados boricuas pasarán una temporada...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR